jueves, 26 de agosto de 2021

Celia Guerin. Santa y un modelo de mujer

 



Hace poco  fue canonizada con su marido, Celia Guerin , más  conocida como madre de Santa Teresita, carmelita y patrona de las misiones.

2015: El Papa Francisco los canoniza en Roma. «Vivieron el servicio cristiano en la familia, construyendo cada día un ambiente lleno de fe y de amor», dice de ellos

 

Como era Celia.

Celia no habla sobre la familia, quizá expresa algún pensamiento cuando piensa en la boda de su hermano, pero vive haciendo una familia cristiana.

Se nota ese empeñó de formar  una familia cristiana, en que tiene criterios cristianos, en que desea tener hijos y se los pide a Dios. Tiene un trabajo de modista,  el punto, y le dedica muchas horas y en los últimos años vende poco. Dice que si hiciese el mismo esfuerzo por ganar el Cielo sería una santa de canonizar.

Deja que su marido vaya a peregrinaciones o cursos. Se  relaciona y se preocupa de sus vecinos y amigos. Va de visita a la casa de sus amigas.

Es muy sincera. Hace las cosas por Dios y tiene confianza en Él.

Busca colegios cristianos para sus hijos. Sus  hijos son su constante preocupación Quiere que sean santos. Eso se lo dice a su querida Paulina: “Adiós, querida paulina, sigue siendo una chica buena y santa y si todavía no tienes esta última cualidad, procura conseguirla”.

De su hija María dice: espero que será una buena chica, pero quisiera que fuera una santa, lo mismo que tú, Paulina  querida.

También ella quiere ser santa, pero, dice, no sé por dónde empezar; hay tanto que hacer, que me limito a desearla. Dice mucha veces al día:¡Dios mío como desearía ser santa, y luego no hago las obras de los santos!. Sin embargo ya es hora que ponga manos a la obra.

Para conseguir la santidad, hacía lecturas de vidas de santos, va a las vísperas en la parroquia y a las charlas cuaresmales. confiesa y comulga muy a menudo.


Cada día iban a Misa a las cinco de la mañana para después dirigirse cada uno a su trabajo: él como relojero, y ella como bordadora. Poco a poco fueron llegando los hijos, hasta nueve, de los que cuatro murieron muy pronto y las otras cinco se hicieron monjas. «Desde que tuvimos a nuestros hijos no vivimos más que para ellos, esta era toda nuestra felicidad y nosotros la hemos encontrado solo en ellos», escribió Celia.

El de los Martin Guérin fue  un auténtico matrimonio misionero, pues la santidad era la meta a la que se animaban unos a otros. «La felicidad no se puede encontrar aquí abajo», se escuchaba con frecuencia en casa. De hecho, su hija Marie diría más tarde que «con papá y mamá nos parecía estar en el cielo». Y es a ella a la que su madre escribiría de vuelta: «Nuestro corazón no se sacia con nada hasta que no ve la belleza infinita que es Dios. Mirando el gozo íntimo de la familia, es esta misma belleza la que más nos acerca».

 

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