sábado, 21 de agosto de 2021

Un “milagro” en el Camino de Santiago

 



Tuve una conversación con un sacerdote amigo que estaba muy contento porque había visto un milagro. 

Me contó que había salido a dar un paseo como es su costumbre  y a la vuelta de su recorrido,  hizo un poco del camino  francés.

Pasaban muchos peregrinos, generalmente en grupo de jóvenes que caminaban rápidos, pero se encontró con un peregrino que iba más lento y se puso a su lado,  entrando en conversación.

 En seguida le dijo este peregrino que había perdido la fe y que venía a Santiago a pedirla. El sacerdote le dijo, sin darse a conocer todavía, que la fe se puede encontrar. Hay  que pedirla a Dios y puede volver  a nuestro interior como antes e incluso con más fuerza. Es un regalo que Dios hace con mucho gusto.

En un momento dado hablaron del camino a pie o en bici. Entonces el peregrino le preguntó al sacerdote si se dedicaba a la bici. Este le contestó: No, yo soy sacerdote.

Siguieron hablando y, al pasar lo que se llama la puerta del Camino,  ese peregrino le dijo al sacerdote si le podía confesar. Y el sacerdote le dijo que había una iglesia cerca y que estaba abierta y allí se podía confesar con tranquilidad.

 Se confesó, le dio las gracias y un apretón de manos y así se despidieron; el sacerdote quedó muy contento y vio la mano de Dios en todo aquello que había sucedido, incluso  viendo en ello un “milagro”.

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