"nuestras lámparas se apagan" Así decían las Vírgenes necias. Sus lámparas, es decir su sabiduría, el don del Espíritu Santo ya no luce, no alumbra en su entorno, su vida se convierte en inútil; ni ellas mismas podrán entrar al banquete de bodas.
Así somos los hombres, si perdemos la luz de Dios no podremos acompañar al novio (Cristo) ni servir de orientación a los demás. Por eso, es tan importante vigilar como vamos de esos bienes: sabiduría es decir formación y el gran don del Espíritu Santo que contiene todos los demás bienes.
Un punto de conversión: llenarnos de luz abundante y por tanto de alegría con la oración y la Palabra de Dios y los sacramentos.