Esta mañana bauticé dos niños: Yago y Pelayo. Hice la ceremonia en la Misa de catecismo para que los niños vieran un bautismo en directo, con algunas explicaciones para ellos.
Cuando eché el agua a Pelayo que tiene varios meses y ya parece un hombrecito, se puso a llorar y, entonces, el padre, mirándolo, le dijo: "Cala, que no é para tanto". Me hizo reir y el niño se calló inmediatamente.