"María guardaba estas cosas en su corazón", leemos en el evangelio a raíz de lo que decían los pastores en Belén o cuando Jesús se quedó en el templo.
Hay que hacer dos consideraciones. La primera que María guardaba. No dejaba al rincón del olvido los acontecimientos de su vida, aunque no los entendiera o viniesen de testigos sospechosos como los pastores que, en aquel tiempo, no eran dignos de crédito. Los guardaba para ver mejor, con más claridad, la voluntad de Dios, para sacar enseñanzas de los acontecimientos que la divina Providencia ponía en su camino. Esto es para nosotros una buena enseñanza.
Segunda consideración: guardaba más que en la memoria, en el corazón. Los interpretaba desde el amor, los veía como una prueba de amor, no como una desgracia, sino como una providencia. También de ahí podemos sacar conclusiones para nuestra propia conducta. En concreto no enfadarnos con Dios cuando nos sucede algo que no nos gusta, sino verlo como un mensaje para nuestra vida o como una corrección.