jueves, 16 de enero de 2014

Casimiro Torres Pombo, era verdaderamente un padre.



Falleció D. Casimiro en el Hospital Provincial la tarde del 16 de enero, muy pronto sonaron los teléfonos y se cruzaron los mensajes dando la noticia.

En Tierra Santa
D. Casimiro era un padre y todo un señor.

 Le traté más de  40 años y cuando le visitaba siempre tenía la sensación de ser importante para él. Dejaba todo, te mandaba sentar y luego hablábamos de todo sin prisas. Le importaba mucho la Iglesia, los sacerdotes y la familia. Le hacía sufrir los ataques a la Iglesia y sus instituciones que venía a veces de gente con medios poderosos. Otras veces eran los propios hijos de la Iglesia que la dejaban mal parada. Estas eran siempre sus conversaciones.
con Luciano Franquin, seminarista del Brasil
estudiante en el Bidasoa

Yo aprendí de él la importancia del Camino neo-catecumenal, su espíritu y su carisma de apostolado con los alejados.

La parroquia de Muros fue la primera de Galicia que acogió las catequesis del Camino y vio nacer las primeras comunidades. Estas comunidades tenían interés en formarse, manejaban la Biblia y se confesaban con frecuencia. Esto le  ayudó a Casimiro a sentirse verdaderamente sacerdote,  padre y guía de santos. Recuerdo  en el Año sacerdotal en Roma que un obispo alemán dio una charla sobre el sacerdocio y contaba que cuando los laicos le preguntaban cómo podían ayudar al sacerdote,  él les contestaba: confiésate con él.

Aunque se dedicó a fondo a colaborar y vivir el  Camino, estaba abierto a todas las realidades eclesiales y disfrutaba viendo como el Reino de Dios era construido por diversas y variadas manos.

En la Parroquia, prestó atención a la catequesis de niños, mantuvo una hoja parroquial semanal muy interesante, atendía  las novenas y procesiones etc. de esa labor salieron buenas vocaciones sacerdotales.

con otros sacerdotes en Tierra Santa
En una ocasión hablamos de la fiesta de Corpus que en Muros se celebra con mucha solemnidad.
 Entre otras cosas me explicó que adornaban la propia custodia procesional con florecitas pequeñas y que así iba el Señor en la procesión. Luego esas flores se las llevaba la gente  para dárselas a los enfermos que así se unían a la fiesta.
 Me pareció tan bonita esa costumbre que la introduje en mi parroquia de San Cayetano desde hace años y con la entusiasta aprobación de mis feligreses.

En los meses de verano,  ir a ver a D. Casimiro con los seminaristas del Seminario Internacional Bidasoa que vivían en mi casa, era una visita obligada. Aprendían mucho los chicos. 
Veían un cura mayor, ya retirado, pero alegre, conocedor de la marcha del mundo y que se interesaba por ellos y sus países generalmente americanos.
 A los seminaristas les daba unos fantásticos consejos pastorales y sacerdotales que no creo que se le olviden. También, a escondidas, les daba una buena propina, pues no le gustaba que un seminarista tuviera el monedero vacío del todo y no pudiera disponer de algo para un capricho.

Aunque no se ve en la foto, detrás está el Lago de Galilea
Llevó su jubilación con dignidad. Rezando como un monje y rodeado de libros y revistas de actualidad. Recibiendo gente y celebrando la Santa Misa en la Iglesia a pesar de que le costaba mucho moverse. Que Dios le conceda el ciento por uno y un  puesto en las “bodas del Cordero”.

 El funeral fue en Muros en una iglesia estupendamente iluminada y arreglada. Lo presidió el Sr. Arzobispo y  estaban a su lado el vicario de Pastoral y el párroco de Muros. Los sacerdotes asistentes fueron unos 50. Cantó la coral y algunas canciones el Camino Neocatecumenal. El Sr. Arzobispo habló de su afecto y cariño a la gente que a veces no demostraba externamente.

 Al final el responsable del Camino dio las gracias a D. Casimiro por tantos desvelos por la parroquia.
 Pude hablar con su hermana que me contó sus últimas palabras:  "Non te disgustes porque vou para o Reino."

ctor Manuel Sánchez Lado
Párroco de S. Cayetano
En S. Cayetano la boda de Pilar y José Antonio
D. Casimiro a la izquierda de la foto.


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