sábado, 31 de diciembre de 2016

Hermanitas de los ancianos desamparados en S.Marcos. El gozo de servir




Por diversas razones frecuento la residencia de ancianos de San Marcos. Santa Teresa Jornet es la santa fundadora de las religiosas que la dirigen y su imagen de  fundadora aparece nada más entrar en el gran edificio y en otros lugares de la casa.

Allí he visto caras alegres, sonrientes, de un modo especial entre el personal que sirve en diversos cometidos, no sólo de las religiosas sino también de trabajadoras  de la casa. El servir es un gozo. Este espíritu de servicio se lo transmiten a los residentes que tienen diversos encargos según la capacidad y disposición de cada una o de cada uno.

El más beneficiado no es el que recibe atenciones sino el que las da y quizá una de las fuentes de la alegría es justo olvidarse de sí mismo y pensar en cómo  ayudar al otro eficazmente. Una vida así es una vida que llena y satisface interiormente y que vale la pena porque además se está ganando el cielo.

Estas  casas son una bendición para sus usuarios que están limpios, comen bien y se sienten queridos y comprendidos. No se les sirve por dinero sino por amor.

La parte material de la casa es una manifestación de ese amor a los demás que es la ley suprema entre los que allí conviven. Yo veo ese amor en tantas cosas: comida caliente, manteles, atenciones personales, limpieza, preocupación por los enfermos etc.

En la casa hay capilla, enfermería, sala de teatro, salas de estar, jardines y todo lo necesario  en una casa moderna. La capilla es grande y hermosa en donde se puede rezar muy a gusto, las habitaciones son amplias y bien dotadas, las religiosas son muy diligentes,  a veces las tengo visto correr por los pasillos,  porque la vida, allí dentro, también  exige esas prisas.

He visitado varios geriátricos o  casas de acogida de mayores y enfermos crónicos. Esas personas me parecen como barcos que  atravesaron muchos mares,  a veces procelosos. Han llevado golpes de las olas y ahora están en puerto seguro, con sus recuerdos y preparando el viaje definitivo a la casa del Padre,  al encuentro con Dios mismo en persona. Vamos a  ver a Dios, me decía una anciana.

Aun en esa situación creo que los mayores deben hacer planes. Eso les mantiene jóvenes, han de ser creativos, soñar un poco, leer, llamar por teléfono a sus amistades, salir si pueden, responder a las invitaciones… No  les  ponen dificultades en la residencia para todo esto,  sino que se lo fomentan.

Cuantas historias dignas de conocerse tiene que haber en estos lugares  y cuantas maravillosas aventuras.  Ahi hay un buen trabajo para un periodista que quiera hacer esa investigación.

Estas residencias admiten con gusto la ayuda de voluntarios , chicos  o chicas, que pueden tratar de entretener a  los ancianos o  ayudarles a la hora de comer etc. siempre hay algo que hacer en una casa en donde hay tanta gente acogida y con diversas necesidades. De alli salen contentos y felices por  haber hecho la experiencia de servir sin esperar recompensa.
         
Si alguno quiere tener más información,  hay libros que cuentan el origen y desarrollo de estas religiosas que atienden a los ancianos de un modo altruista y por amor a Dios. Es el libro de José María Javierre que se titula Refugio de los ancianos. Santa Teresa Jornet.

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