viernes, 31 de marzo de 2017

La experiencia de las 24 horas de adoración, en San Cayetano




Es la cuarta vez que hacemos esta experiencia, siguiendo en casi todas las ocasiones las instrucciones del Papa y de nuestro obispo. Pedimos por toda la Iglesia y en especial por el aprecio  y la práctica de la confesión, como  así  se nos pedía reiterativamente.



Este año tuvimos desde las 11 de la mañana del jueves a las 11 de la mañana del viernes, aunque las últimas horas del viernes hubo que acortarlas.

Hay grupos comprometidos que, según su carisma,  se puede contar con ellos. Tienen relación con la parroquia y la aprecian. Son la Legión de María, ANFE, Marías de los sagrarios y el Camino Neocatecumenal. Pero aun así quedan muchos  huecos en esas 24  horas que siempre son una sorpresa. ¿Habrá adoradores?

El Señor se ocupa de mandar gente también imprevisible. Es verdad que lo anunciamos, pero siempre queda la duda de quién vendrá.

Vino un señor de la antigua usanza, genuflexión doble, un rato largo de adoración y leer poco. Otras personas se pasaron buena parte de la tarde o de la noche con Jesús.
Puse el Rosario de la misericordia  escrito en unos cuantos folios y estampas con oraciones etc. Todo fue desapareciendo y se usaron.

Hubo un momento en que estábamos adorando en silencio y entró un chico a toda mecha, vestido de  negro, delgado, con piercins, y se acercó a la custodia. Yo pensé en lo peor, pero hizo como una caricia a la custodia, sin tocarla,  y se  arrodilló. Hizo una oración rápida y salió como había entrado. Respiramos tranquilos cuando lo vimos salir,  pues no pasó nada malo.

Las metas de la adoración se cumplieron, siempre hubo adoradores, sin prisa y además hemos confesado.

Vinieron también los padres somascos que estuvieron en la Misa y luego prolongaron con los seminaristas la adoración al Señor y volvieron luego por la mañana antes de las clases.

Hay que dar muchas gracias a Dios que ha bendecido esta actividad y  pedimos que sea para él toda la gloria.

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