viernes, 21 de marzo de 2014

D. Álvaro del Portillo: la amistad.


En un reciente libro de Salvador Bernal en que cuenta sus impresiones personales de la convivencia con D. Álvaro , dice que D. Álvaro tuvo muchos amigos, porque era muy buen amigo.

 Predicaba lo que vivía: “La amistad comporta intereses comunes y cariño a las personas, y esto lleva a quererles como son, a dedicarles tiempo, a comprenderles, a no abandonar el trato, aunque parezca que no responden o que lo hacen lentamente”.

Cultivó la amistad –inseparable a su apostolado personal – hasta las últimas horas de su vida terrena. A su muerte, en la mesilla de noche, estaba la tarjeta de visita de uno de los pilotos del avión que le había traído de Tierra Santa a Roma. Se había interesado por él y por su familia, especialmente en la espera en el aeropuerto de  Tel Aviv. La relación fue breve, pero profunda: aquel piloto acudió a rezar ante los restos mortales de don Álvaro en cuanto tuvo noticia de su fallecimiento.

Tenía una capacidad muy grande de agradecer. Vivía y predicaba la gratitud. Daba gracias a Dios continuamente. Se acordaba  con vivacidad de las personas y su entorno como en el caso de Mercedes Santamaría que trabajó en casa de sus padres. Se acordaba perfectamente  de nombres y detalles familiares, problemas etc.

Era un corazón agradecido y eso también cooperaba en la amistad de las personas que trataba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario