viernes, 14 de marzo de 2014

José Manuel Piñeiro Arca, un cura alegre.

En la mañana del día 12-III-2014, recibí dos  sms anunciando la muerte de D. José Manuel Piñeiro Arca; Senel, para los amigos. Los sms eran complementarios. Uno daba los datos del velatorio, funeral y entierro y otro decía escuetamente: Senel , pasó al Padre.
Yo estaba rezando un rosario matutino y ya lo ofrecí por el compañero y amigo. La Virgen es una magnífica recomendación tanto aquí, como en el más allá.
Senel, con el alba bajo el brazo, en Corozain

Conocí a Senel de cerca cuando el Camino Neocatecumenal comenzó en San Cayetano. Él venía , desde Valga, a atender las comunidades en las misas de los sábados e incluso en la Semana Santa, después de sus oficios. Yo asistía para aprender y para disfrutar de los cantos que me gustaban mucho. Senel se manejaba muy bien, incluso hacía el canto de la plegaria Eucarística que,  a mí,  se me resiste todavía.

Sus predicaciones eran sinceras, apasionadas y exigentes. Había un algo de “riña”, aunque esa no sea la palabra que mejor lo exprese. Pasado el tiempo oí una interpretación de que la hacía así porque se lo habían indicado los catequistas del Camino y él , obedecía. Pero desde luego despertaba a los dormidos y con sus gritos ha ayudado a muchos y sé que le están agradecidos.

Luego cogí yo el relevo y ya lo veía en contadas ocasiones. Esos encuentros estaban llenos de alegría, buen humor y amistad sincera.

Llevaba varios años con la enfermedad y, aunque era grave, nunca mostró inquietud y no hablaba de esto a no ser que le preguntáramos. Se le veía dispuesto a ir con alegría a la Casa del Padre cuando fuera llamado. Atendió a su trabajo hasta el último momento con dedicación.

Iglesia de Valga
Su estancia en Venezuela  unos 10 años, fue una parte de su aventura sacerdotal que luego influyo en su pastoral y aun ahora estaba dispuesto a volver si se lo pedían.

Dedicaba tiempo al Camino, pero como todo párroco estuvo abierto y cuidó a la gran Comunidad en la que entramos todos aunque seamos de alguna de las muchas tribus que hay en la Iglesia.

La Misa fue en la iglesia de Valga, su parroquia,  y fue presidida por el Vicario de Pastoral D. José Antonio Seoane. Fue concelebrada por unos 70 sacerdotes, de ellos  bastantes  eran compañeros suyos. El salmo lo comentó y  cantó un joven del Camino y el canto varonil de tantos sacerdotes impresionó a muchos fieles hasta la emoción.

No faltó algún rostro con visos de preocupación por la escasez de sacerdotes que ya se nota mucho. No cabe duda de que todos hemos de importunar al Señor para que no quedemos sin pastores. Señor danos muchos y santos sacerdotes.

Víctor M. Sánchez Lado

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