sábado, 16 de mayo de 2015

UN REMANSO DE PAZ




Hace años, una religiosa de la Casa sacerdotal me profetizó que un día tendría que terminar en dicha casa,  residencia sacerdotal fundamentalmente para sacerdotes mayores ya sin cargo pastoral, por su edad o enfermedad. Todavía no se cumplió esa profecía, pero no rechazo la idea y sólo Dios sabe cuándo iré a parar a ese remanso de paz.

Hoy fui a dar el retiro mensual que tienen todos los sacerdotes.  Unos  15 ó 20 se reunieron en el oratorio. Cuando llegué me abrió una religiosa que me recibió con amabilidad y pasé por la sala de estar. Saludé a los que allí estaban esperando, ya en silencio, y ayudé a uno que tiene dificultad para andar. Se cogió de mi brazo y entró en el oratorio.

El ambiente era de tranquilidad y paz, que choca con otros ambientes de más jolgorio.

Allí vi a sacerdotes como esos barcos que llegan a puerto después de pasar por mucho avatares: temporales, mal tiempo y también días de pesca abundante para las redes del Maestro Jesús.

Les miraba viendo que habían sido párrocos de parroquias importantes algunos de ellos, profesores, poetas, doctores etc.

 Allí estaban al calor del Sagrario de la Casa, consolados y bendecidos por el que fue su Jefe y sigue aun siéndolo y les espera, cuando sea oportuno, a la Otra orilla, para darles el premio merecido a su trabajo y fidelidad.

Ahora sigue su misión, menos vistosa,  pero de otra manera. Salvan almas desde la cruz y con la oración y los sufrimientos.

 Quizá su vida es ahora más fructífera que en otros momentos  de juventud, pues son el grano de trigo que muere –con los achaques…-y da mucho fruto. Para que otros tengan vida.

Qué bueno es Jesús y nuestra madre la Iglesia que acoge así a sus pastores, después de años de trabajo intenso,  en un ambiente de sincera fraternidad.

En la Casa Sacerdotal hay oratorio, biblioteca, sala de estar, enfermeros y religiosas.Se está bien.  

Nuestros obispos y vicarios  la visitan con frecuencia y, los que pueden,  salen a sus cosas por la ciudad.

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