viernes, 20 de noviembre de 2015

Seminaristas del Bidasoa en Santiago de Compostela




Estoy en una parroquia en la que,  desde hace bastantes años,  hemos tenido trabajando  en la pastoral a seminaristas,  especialmente del Colegio Internacional  Bidasoa. Suelen venir en los meses de verano,  pero también,  algunas veces,  en la Semana Santa.

Luciano Franquin acolitando en una misa de confirmación
En una ocasión tuve  un seminarista de Santiago durante todo el año, pero de donde vienen más  es del Seminario internacional Bidasoa que está en  Pamplona. En dos ocasiones,  vinieron de Roma.

 Allí, en Pamplona,  tienen clases en la facultad de teología y se preparan para el sacerdocio  para luego estar dispuestos a lo que les diga su obispo.

Por aquí, en cosa de 15 años,  han pasado unos 30  de muchos países, como China,  Brasil, México, Perú, Argentina, Uganda pero sobre todo de El Salvador. De esta nacionalidad han pasado unos cuantos.

El plan que tengo con ellos es sencillo: hacer lo que yo hago y así no me complico discurriendo lo que voy a darles de trabajo. Si yo rezo, ellos también, si visito a sacerdotes  lo hacen conmigo, si voy a una reunión ellos me acompañan…

José Manuel Salazar con la custodia adornada
Han sido de mucha ayuda en la labor,  especialmente en las exposiciones que hacemos todos los años, tanto en montarlas como luego en explicarlas a los visitantes. Sus conocimientos de informática han sido muy útiles a la hora de encontrar datos y de hacer paneles explicativos o carteles de propaganda.

En mi casa tengo recuerdos de su paso por estas tierras. Así tengo un cuadro de la catedral de El Salvador. Tengo también una foto grande de Mons. Oscar Romero, ahora beato, y todos escriben en el libro de Oro de la parroquia alguna reflexión que me sirve de recuerdo.

Cuando voy a ver compañeros sacerdotes, estos se alegran de ver como hay jóvenes entusiastas de ser sacerdotes. He visto a más de uno de estos párrocos,  emocionarse con los seminaristas y hacer  con ellos grandes confidencias de su vida sacerdotal.

En la isla de la Toja
 Cuando el sacerdote vive con una hermana,  suelen invitar a jamón y queso  con algo de beber y  a los chicos, como son jóvenes,  no hace falta insistirles mucho para que accedan a  la invitación.
Hay unas visitas que, estando en Santiago,  son obligadas y que distribuimos  un día cada semana para hacerlas. No puede faltar ir a Finisterre o visitar la casa de la Virgen en Pontevedra o también visitar parroquias del camino de Santiago llamado  francés, para hablar con los párrocos que atienden a peregrinos y aprender de su experiencia.

Con alguno fui a ver sacerdotes enfermos hospitalizados, haciéndoles pasar un rato agradable en medio de su enfermedad. Estas visitas hacen bien al seminarista y al enfermo.

Jorge Alvarado en Pontevedra
A la hora de comer solemos hablar de lo que nos ocurrió durante el día aunque parezca insignificante. Recuerdo una vez que  fui a ver a un sacerdote en su parroquia y me preguntó qué tenía que contar. Yo le dije que no tenía nada interesante que contar y él me contestó  rápido: entre amigos, todo es interesante. Este criterio lo aplico también con los seminaristas y por eso les provoco a contar los sucesos del día.

Una actividad que les gusta mucho es ayudar en la vigilia de las noches de los lunes a los peregrinos que van a la catedral. Allí también intervienen los seminaristas en las explicaciones que nos sugieren las imágenes o el arte que vamos viendo. 

Luis Enrique en la casa de la Virgen
También les animo a escribir en el blog de la parroquia y que hagan prácticas de periodismo.  Al  principio les cuesta,  pero luego van cogiéndole gusto a escribir y a comunicarse y hacen unas redacciones magníficas que son muy visitadas. Un Seminarista de El Salvador sabía mucho de frutas de su tierra, conocía los nombres y propiedades. Al darme cuenta,  le pedí una redacción creyendo que sería algo pasajero, pero   no fue así, es de los artículos más visitados aún bastante tiempo después de ser escrito.

La liturgia la observan con esmero,  quizá fruto de la experiencia del Bidasoa. El modo de moverse en torno al altar, las ceremonias, los detalles de la celebración y algo que a veces nos cuesta, recoger todo ,al terminar, y dejarlo en su  sitio. Todo esto lo hacen con diligencia.

Damiao con su obispo en el  aeropuerto de Santiago. Saluda a Lucila
La gente de la parroquia los observa con simpatía y curiosidad. Les traen pequeños regalos y muchas personas piensan en hijos suyos de esa edad y como les gustaría que fueran como esos chicos.

Cuando se van,  se despiden en la Misa del domingo pidiendo oraciones y les hablan de su seminario que tanto les ha ayudado a ser de Dios y al que están agradecidos.

Luciano Franquin y Alan Nascimentp


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