viernes, 20 de noviembre de 2015

Tadeo Ssemanda, seminarista de Uganda




Me llamo Tadeo Ssemanda, seminarista de Uganda de la Diócesis de Kasana Luweero. Soy de una familia católica de seis hijos, y soy el benjamín de la familia. Mivocación surgió desde muy joven gracias a mi tía que nos educó en el amor a Dios y a la iglesia. Desde pequeño, he sido monaguillo en mi parroquia. Admiraba mucho a los sacerdotes de mi parroquia y me gustaba mucho ayudar en misa. Lo hacia todos los días antes de ir a la escuela con el acompañamiento de mi tía. 


Cuando terminé los estudios de la escuela primaria (2003), quise ingresar en el seminario menor de  la diócesis de Kampala pero no tenía recursos suficientes para hacerlo. Entonces, ingresé en un colegio normal que estaba bajo el mando de los sacerdotes en la diócesis de Kasana Luweero. Terminando la primera etapa de mis estudios de secundaria (2007), con la ayuda de un bienhechor, pude ingresar en el seminario menor de la diócesis de Kasana (St. Kizito menor Seminary) para completar los estudios de la secundaria durante los dos años siguientes.

Con niños en S. Cayetano. Los tiene hipnotizados.

La iglesia en Uganda está creciendo y surgen nuevas diócesis y nuevas parroquias para atender a los fieles.
Los que dicen que África es la esperanza de la iglesia tienen razón porque la iglesia sigue creciendo y hay bastantes vocaciones tanto al sacerdocio como a la vida consagrada.
En el seminario donde tuve la oportunidad de estudiar (St. Mbaaga Major Seminary, Ggaba), muchos joven tenían interés de entrar en el seminario, pero por falta de espacio, eso no era posible. En Uganda, los seminarios menores funcionan muy bien y cada diócesis tiene su propio seminario menor. En el seminario menor de mi diócesis, hay más de cien jóvenes estudiando y discerniendo su vocación.
Actualmente, Dios me ha regalado la oportunidad de estudiar en el Seminario Internacional Bidasoa, para realizar mi formación sacerdotal y completar mis estudios universitarios en la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra. Bidasoa es un seminario especial dado su naturaleza de ser un seminario internacional con tantos seminaristas de todo el mundo. Está verdad sorprende a mucha gente y también me sorprendió a mí.

En Bidasoa, se recuerda con entusiasmo la lucha por la santidad a la que todos estamos llamados desde nuestro bautismo. Todos nosotros sentimos esa llamada de Dios a ser sacerdotes santos al servicio del Señor y de la Iglesia. Este deseo concreto de santidad y asequible para todos los cristianos, es una de las cosas que más me han impresionado en Bidasoa. Intentamos hacer todo por amor a Dios y a los demás.
Como dije antes, Bidasoa es un seminario universal en el sentido de que acoge a los seminaristas de todo el mundo, dónde vivimos todos los días la universalidad de la Iglesia. Nunca había vivido en un ambiente así. Para mí fue una novedad ver tanta gente de diferentes culturas del mundo conviviendo y rezando juntos ante el mismo Dios. Todo ello me ha ayudado a conocer muchas cosas de otras culturas, pero también de convivir y valorar a personas de diferentes culturas. Es un regalo de Dios poder experimentar cada día la unidad de la Iglesia de todo el mundo. En eso, yo veo la verdadera imagen de la Iglesia que nuestro Señor quiso fundar dónde todos los hombres son hermanos de una misma familia.
En mi opinión, lo más importante para los que se forman para ser sacerdotes es luchar mucho para ser hombres de oración. Jesús -a quien todos imitamos- fue un hombre de oración. Pasaba tiempo y tiempo orando, hablando con su Padre. A veces se tenía que apartar de la muchedumbre para hablar con el Padre. Nosotros, los imitadores de Cristo, hemos de dedicar a rezar -como hizo Jesú- para llegar a ser santos con la gracia de Dios.
Como dijo el Papa emérito Benedicto XVI, el tiempo del seminario es también tiempo de estudio. Los que nos formamos para ser sacerdotes tenemos que estudiar mucho y bien. En el mundo de hoy, el sacerdote tiene que tener cierto conocimiento, no solo de la teología y los Padres, sino también de las cosas del mundo en donde se encuentra. Así, podrán ayudar de forma eficaz y  en la formación del pueblo de Dios fiel al Magisterio de nuestra Madre la Iglesia.
Nosotros que buscamos a ser “alter Cristus”, tenemos que imitarle en la oración y en la santidad. Cristo es nuestro modelo de santidad. Por tanto, todos los que nos formamos para ser sacerdotes, tenemos que luchar para llegar a ser sacerdotes santos como lo era nuestro Modelo. Así, podremos acercar a muchas personas a Dios y a la iglesia.
No puedo acabar sin agradecer a tantas personas que ayudan a nuestro seminario Bidasoa y que hacen posible nuestra formación. Siempre les tenemos presentes en nuestras oraciones ante el Señor y son parte de este hermoso proyecto de Dios de formar sacerdotes para la Iglesia universal. “Queridos benefactores nuestros, muchas gracias por su ayuda tanto económica como espiritual. Que nuestro Señor les conserve, les bendiga a ustedes y a sus familias, y les haga crecer en santidad”.

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