sábado, 9 de julio de 2016

Inmersión en la naturaleza


Puente antiguo de Betanzos



Entre el rio Mandeo (mano de Dios) y el Eume, hay una naturaleza prodigiosa.

 Durante unos días pude discurrir por carreteras secundarias y caminos vecinales, y, también, por ríos y a distintas horas, fue una delicia.

Mi experiencia fue de dar gracias a Dios que ha hecho tanta belleza para nuestro contento. El pecado original y los nuestros,  dañaron la naturaleza, pero quedó mucho bueno y además vamos hacia un cielo nuevo y una tierra nueva como dice la Biblia.

Lo primero que llama la atención son las flores, tantas y tan bonitas. Predomina el color amarillo, pero también hay rosa, rojo y morado. Por esta zona hay mucha hortensia, pero también   diente de león (una especie de margaritas) de varias clases y todas  muy decorativas. Son blancas, amarillas y rosa. Hay diversos tamaños, grandes, medianas, pequeñas y minis.

Muchos árboles están en flor i esparcen a su alrededor un aroma increíble. Un placer para el olfato, también abundan las gramíneas, el cantueso, las zarzas en flor etc.

Cuando vas por carreteras secundarias las ramas de algún árbol te acarician de improviso como invitándote a echar una parrafada. Otras plantas menudas se asoman como diciéndote, aquí estamos, no  pases de largo. Míranos.

Los ríos son capítulo aparte. El Mandeo es manso y acogedor, el Lambre pequeño pero con sorpresas y el Eume es un rio señorial que da gloria verlo.

No me extraña que el escritor gallego W. Fernández  Florez, estuviera enamorado de las fragas con su variedad de árboles y animales,  que él los veía y oía hablar, unos con otros, en animadas conversaciones.


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