martes, 4 de abril de 2017

Una historia de amor




 Ella era una mujer de aldea, sencilla, criada en el campo en contacto inmediato con la naturaleza. No llegaba a los 70 años. Muy habladora, hablaba por los codos, pero también escuchaba. Podría decirse que  era la típica mujer de aldea que trabaja mucho, reza mucho y no se da importancia.

La conocí  cuando cuidaba a su marido enfermo en casa,  con una larga enfermedad. Un día fui a verlo y escuchaba los comentarios de su mujer.

 El marido le llevaba unos diez años y desde su noviazgo, pero especialmente después de casados, estaba orgulloso de su mujer. Presumía ante sus amigos de sus buenas cualidades y hablaba maravillas de ella. Me recordaba las exclamaciones de Adán cuando ve por primera vez a Eva, que queda admirado de aquella compañera que Dios le había dado.

Siempre estuvieron muy unidos y procuraban complacerse mutuamente. Era el suyo  un amor correspondido.

Cuando enfermó el marido, lo cuidó muy bien. Se fijaba en todos los detalles y el amor le hacía descubrir cómo tratarlo. Ay !, qué  grande y bello es el amor que nos enseña tanto,  aun si tener especiales estudios y cultura.

Desde el Hospital le enviaron  una enfermera  experimentada para que le explicara cómo había que moverlo, alimentarlo etc. Cuando llegó  se puso a dialogar con la esposa y comprobó que hacía todo lo que era correcto y no le corrigió en nada sino que la animó a seguir en aquella línea de actuación que ya llevaba.

A esta mujer se le notaba  que estaba enamorada de su marido y tanto es así que yo empecé a llamarla La enamorada. Los años no empequeñecieron el amor sino que le dieron madurez y lo fueron limpiando del posible egoísmo que a todos nos afecta.

Pasados los años, ya fallecido el marido me la encontré de nuevo y seguía  recordando aquella aventura de amor  - no de egoísmo -que les  había hecho tan felices. Ahora es ella la impedida, pero Dios le  ha premiado con una hija y un yerno y nietos que la miman cuidándola lo mejor que pueden.

De esta historia podemos aprender muchas cosas, pero querría resaltar la belleza de darse a los demás, de servir,  que lleva consigo un premio inmediato. Y desde  luego  también en el Cielo.

También del amor humano  se puede pasar al amor a Dios, tiene un gran parecido en sus  reacciones y  consecuencias.Dios  también tiene corazón y quiere ser bien tratado por el hombre a quien ama tanto.

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