martes, 5 de marzo de 2019

Pasó en una visita al santuario de Lourdes



Un año fuimos a Lourdes un  grupo de peregrinos,  pasando antes por el Pilar y Torreciudad, dos santuarios marianos muy visitados.

En el grupo,   iba un señor joven pero  enfermo y con poca ilusión. Le  animamos a que pusiera la salud en manos de la Virgen, e incluso que pidiera un milagro.

Estuvimos en la gruta e incluso este señor accedió a ir a las piscinas. Allí hay voluntarios que ayudan a meterse de cuerpo enero en aquella agua fría que corre constantemente..

Como hacen siempre los voluntarios le ayudan al que se va a bañar y le dicen que rece una oración,  la que sepa o recuerde. Le  meten un instante en el agua y luego le ayudan a levantarse.  A continuación  se pone su ropa y ya está listo.

De vuelta de Lourdes, en el autobús,  se le veía contento y le pedimos que nos contara su experiencia. Cogió el micrófono y ante un público súper atento,  dijo más o menos  lo que sigue.

Vine con poca fe a Lourdes y vine porque en mi ciudad me dieron una invitación en la calle que rompí en seguida. Pero al llegar al despacho me encontré con otra  igual y entonces pensé que la Virgen me quería ver en Lourdes. Vi allí su mano.

 Me  apunté y aquí estoy. La Virgen no me curó, pero me hizo ver a otros enfermos que estaban mucho pero que yo, en camillas o en silla de ruedas que no podían andar y yo aun puedo andar. Pensaba que ellos estaban antes que yo.

No me curó pero me regaló una gran paz interior que nunca había experimentado y una  aceptación  alegre de lo que Dios tenga dispuesto para mí.

Aquellas palabras conmovieron a muchos.

Al mes siguiente murió, pero su historia aun hoy se cuenta en tertulias y sigue haciendo mucho bien. A quienes la escuchan

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