Con ocasión de la fiesta de la Asunción me acordé de una anécdota mariana que os voy a contar.
Hace un tiempo fui a visitar un enfermo, ya mayor y con bastantes molestias. Era un enfermo difícil , una especie de cascarrabias. Todo le parecía mal. Lo visité en varias ocasiones y siempre igual, hasta que un día se me ocurrió decirle directamente: hoy vamos a hablar de la Virgen.
Me quedé muy sorprendido porque comenzó diciendo que la Virgen era la Sultana, la Princesa, la Reina. Y así soltó grandes alabanzas ante mi asombro y luego me dijo: Todos llevamos el nombre de María.
Quise indagar sobre el sentido que él le daba a esa frase pero no pude sacarle más. Pero aquello a mi me hizo pensar mucho, pues yo decía, no puede referirse al nombre material de María sino a algo espiritual pues yo y muchos más no llevamos ese nombre.
Entonces si es algo espiritual puede referirse a que todos tenemos un algo de la Virgen pues somos sus hijos y heredamos un parecido. También puede ser que se refiera a que el hombre es una criatura de Dios que está destinada a ser como María, desde luego en pequeño, a otro nivel, y a seguir sus pasos hasta estar en cuerpo y alma en los cielos, como Ella.
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