miércoles, 8 de octubre de 2014

El Rosario en la mano




Cuando era niño tuve una catequista que me enseñó de memoria el Astete, incluidas las obras de misericordia. Pasados los años, esta catequista enfermó. Me acuerdo perfectamente de su nombre: Carmen Nieto. De las demás me he olvidado pero de ella, no.

 Siendo ya mayor, unos 80 años, enfermó y pasó la enfermedad rezando rosarios, muchos rosarios. Llegó un momento en que ya no podía hablar ni mover los labios y entonces lo que hacía era tener siempre  el rosario en la mano, hasta que murió.

Tener el rosario en la mano era como estar cogida a la mano de la Virgen, estar con Ella, y, aunque por momentos quizá no se daba cuenta, pero el demonio  si se enteraba y la veía apoyada en María.
Cuando murió me avisaron y fui al funeral en agradecimiento por lo que me enseñó y quizá algo de sus rosarios también me tocó a mí.

Conocí también a una señora mayor que todos la llamábamos la abuela, que tuvo una enfermedad que la recluía en casa. Se pasaba el día rezando rosarios. Cuando la visitaba disfrutaba preguntándole cuantos rosarios había rezado en el día. En una ocasión me dijo: Sólo nueve. No se contentaba con poco. Sólo Dios sabe a cuantas personas habrá ayudado.

En Santiago tenemos un recuerdo físico de la eficacia del rosario. Es el gallardete de la nave que pilotaba D. Juan de Austria en la batalla de Lepanto (1571). La cristiandad por mandato del Papa San Pio V rezaba insistentemente el  rosario y hubo una primera y gran victoria sobre las naves turcas que se atribuyó al rezo del rosario. Esta victoria fue un 7 de octubre. Por eso ese día se celebra la fiesta de Nuestra Señora del Rosario y todo el mes de octubre es mes del rosario.

Ese gallardete se ponía extendido en la Catedral de Santiago en las fiestas de este apóstol. Ahora está en una sala  del museo de la Catedral,  para su mejor conservación.


El rosario es una oración vocal y mental a la vez y se considera uno de los tesoros de la Iglesia que ha pervivido durante siglos.

Hace años pasó por Santiago un sacerdote norteamericano el P. Patrich Peyton con quien pude tener una pequeña conversación en el seminario. Difundía el rezo del rosario en familia en todo el mundo  y repetía que familia que reza unida permanece unida.


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