jueves, 18 de junio de 2020

El que lea, entienda..




En una ocasión, no hace mucho, un joven fue a la Misa del domingo con dos sobrinos pequeños, y cuando llegó el momento de la comunión el niño, de unos 6 años, le dijo a su tío “ eso que se come ¿hace que no te mueras?.
      
      Esa pregunta se presta para una reflexión de cada uno de nosotros. Yo no sé como llegó el niño a esa conclusión, pero lo cierto es que la Ss. Eucaristía es necesaria para perseverar en la gracia y no morir por el pecado mortal y también es necesaria para conseguir la vida eterna si aceptamos lo que Jesús dijo cuando habló detenidamente de este fantástico regalo. 

 En efecto comulgando estamos más fuertes para darle en los cuernos al diablo y de alguna forma ya tenemos el cielo en la tierra.
            Cierto que para comulgar hay que tener la “habitación” barrida, es decir, estar confesado y perdonado, pero también eso es gozoso. Lo entendió muy bien otro niño de la catequesis que cuando le anuncié que ya podía confesarse, delante de todos, levantó los brazos y dijo ¡Yupii! Mostrando su alegría. Luego contó  a los catequistas la penitencia que le pusieron  que no fue otra, según él, que acercarse al sagrario y decir:¡Jesús, Yupii!.
            Limpio se está mejor que sucio y comulgando con Jesús la espuerta de las buenas obras se va llenando, pues teniendo al Señor con nosotros nos sentimos ayudados a hacer el bien incluso a responder con una bendición a quienes nos hacen daño o persiguen.
            La parroquia no gestiona  ni ofrece puestos de trabajo, ni nos da dinero, pero nos da algo muchísimo mejor: nos da el perdón y nos da a Dios y con El muchos otros bienes.
            En este momento estoy escribiendo un borrador en la iglesia y estoy viendo un  pequeño  florero al lado del sagrario con una hermosa flor, una gardenia blanca. Alguien se la puso allí para El, porque Jesús está vivo en el sagrario y aunque es Dios tiene un corazón como el nuestro, sensible a los detalles que aprecia profundamente.

 Aunque, hay que decirlo,  la mejor flor, la más bella,  somos cada uno de nosotros cuando le vamos a ver.
            La Biblia dice “corramos hasta la meta”. En esa carrera tenemos muchos espectadores que nos animan y tenemos un gran alimento para estar fuertes, Jesús en la Eucaristía y podemos liberarnos del peso de los pecados con la confesión.

 El que lea, entienda,  dijo Jesús en una ocasión, y yo termino diciendo lo mismo.

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