sábado, 13 de septiembre de 2014

La alarma se apagó.




Me hizo un gran favor D. Álvaro del Portillo.
 Después de unas horas de Adoración Nocturna, llegué a casa cerca de las 12 de la noche.  Me encontré con que la alarma estaba sonando con  fuerza en el silencio de la noche y con vecinos al lado.

Entré en casa y traté de hacer algo,  aunque no sé nada de alarmas. Acudí al ángel custodio para que me diera ideas y se me ocurriera algo para eliminar aquel ruido tan molesto cuando es continuado.


Primero traté de manipular el cuadro de mandos, pero estaba como muerto, sin luz alguna. Luego,  quitaba la corriente en el interruptor general y por un momento dejaba de sonar pero a los pocos segundos comenzaba con nueva energía. Así estuve un rato.



 A continuación  opté por llamar a un electricista amigo y a la casa de las alarmas, pero nadie cogía el teléfono,  cosa que comprendo dado la hora que era.

En esta situación pensé que D. Álvaro,  que entre otras cosas era ingeniero ,   podía echarme una mano desde el cielo y parar la alarma. Dicho y hecho, comencé a rezar estampas una tras otra y cuando estaba en la 17, se paró la alarma sola, pero seguí rezando a ver si reanudaba o se quedaba callada. Cuando ya veía que era definitivo comencé a dar gracias y no volvió a entonar su canto,  hasta  este momento  en que estoy escribiendo y son ya las 4 de la tarde.

Pude dormir y sobre todo dejé dormir a los vecinos. La alarma no se arregló, sigue el cuadro de mando muerto, pero ya no suena que es lo que había pedido a D. Álvaro. Prometí al nuevo beato que publicaría este favor para general conocimiento.

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