sábado, 20 de septiembre de 2014

Rezar, rezar, rezar...




Tengo un amigo, casado y con hijos que tuvo una conversación con un sacerdote sobre las vocaciones.

 El sacerdote se quejaba de la falta de vocaciones a pesar de moverse y de poner avisos en internet etc.

 Mi amigo le dijo que el secreto era estar de rodillas ante el sagrario  y pedir  mucho,  mucho. Llegó a decirle que para todo era necesario rezar, rezar y rezar.

El sacerdote dijo varias cosas confusas aunque aceptó que eso sí era necesario.

Conocí a unas religiosas contemplativas que se estaban quedando en cuadro y ya mayores. En un encuentro en el locutorio les pregunté que estaban haciendo para conseguir vocaciones y me dieron una respuesta sorprendente. En el oficio de  vísperas rezamos una de las preces pidiendo vocaciones. Yo pensé para mí que con aquello no iban a conseguir mucho del Señor que quiere que le insistamos.

Jesús mismo nos da ejemplo pues dedica tempo a la oración, noches en oración, madruga para ir a lugares solitarios y rezar y a veces exclama invocaciones al Padre. Luego visita ciudades y aldeas,  llama a jóvenes para que le sigan y los forma, y, finalmente da la vida.

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