lunes, 28 de septiembre de 2015

fiestas de San Miguel en el Crucero de la Coruña (S.Cayetano)

El domingo tuvimos la fiesta  grande de S. Miguel,  aunque el día propio sea el 29,  junto con S.Gabriel y S.Rafael.

Encomendamos al Santo la protección de la parroquia y de la familia. Fue acompañado en procesión por un buen montón de gente que  llenaba las calles.

 Fueron  gaiteros y una banda de cornetas y desde luego muchos  cohetes en el recorrido,  que no pueden faltar.
P Juan Bermúdez. Somasco.

Hubo Misa,  utilizando  el palco de la orquesta,  que presidió el P. Juan Bermúdez, acompañado por el párroco.

  La carpa que daba sombra,  estaba llena de todo tipo de personas: gente en silla de ruedas, niños correteando y devotos muy atentos a la celebración. Cantó la coral Pontemantible.

Homilía del P. Juan:


Nos hemos reunido hoy aquí, como ya llevamos haciendo muchos años, para celebrar la fiesta de San Miguel, patrón de nuestro barrio de Meixonfrío.
Acabamos de escuchar en la lectura del Evangelio el nombre de Natanael. Y en muchas ocasiones leyendo textos de la Sagrada Ecritura  hemos leído y hemos oído nombres bíblicos que acaban con la palabra “El”: Samuel, Natanael, Abel, Betel,… Y también acaban con la palabra “El”, los nombres de los tres arcángeles cuya fiesta estamos celebrando hoy.
San Miguel - San Gabriel - San Rafael
El vocablo “El”, significa en hebreo “Dios”. Por eso todos estos nombres tienen un significado, que se relaciona con Dios.
Veamos por ejemplo los nombres de los tres arcángeles:
-      San Miguel. Significa “¿Quien como Dios?”
-      San Gabriel. El anunciador a la Virgen María que iba a ser la madre de Dios. Significa “El mensajero de Dios”.
-      San Rafael. Que acompaña al joven Tobías en su difícil viaje, y que sana a su padre ciego. Significa: “Medicina de Dios”.
Hoy nos fijamos tan solo en nuestro patrono, San Miguel y al final de estas palabras, podremos redescubrir porque San Miguel, el príncipe de la Milicia Celestial, es el defensor de la Iglesia ante el Mal.
La Lectura del Apocalipsis 12, 7-12a, nos ha presentado la lucha entablada en el Cielo    entre Miguel, el Arcángel, junto con sus Ángeles, contra el Dragón y sus ángeles. El dragón, llamado de manera muy significativa: Serpiente, Divisor, Diablo, Acusador.
¿Cuál es esta lucha entre los que obedecen a Dios y los que rechazan a Dios?
Es la lucha por la verdad frente a la mentira, la lucha por el amor frente al odio, la lucha por la belleza frente a la degradación, la lucha por la unión frente a la división, por la reconciliación frente a la desunión y al enfrentamiento.
En esta lucha presentada por el Apocalipsis vence Miguel y el derrotado Satanás es arrojado en la tierra,  en la que continúa con su estrategia, ahora  no ya frente a ángeles sino frente a  los hombres. Sus armas siempre son la mentira, el engaño, la división, la muerte.
Esta lucha ahora no se da en el cielo sino en el corazón humano y en la misma convivencia humana, en la sociedad y en la historia.
En esta nueva lucha interviene un nuevo personaje: el Mesías, el Cordero: es decir Jesús Vivo y Resucitado.
La lucha se concentra entre el Dragón y el Cordero, entre el Diablo y el Señor Jesús. La Sangre del Cordero es su vida totalmente entregada hasta el último instante.
Es la expresión máxima del amor de Dios para con nosotros. Jesús el Hijo de Dios sufre la Pasión y la muerte en la Cruz y Dios Padre lo resucita para que así venciendo a la muerte todos tengamos vida y una vida en abundancia. Una vida que no tiene fin. Es esa Sangre derramada la que rescata y salva al hombre. Dios, al resucitar a Jesús, ha destruido el poder del Maligno. Es una victoria que se realiza en el corazón de cada  hombre, que es el escenario y el ámbito de esta lucha diaria a la que nos vemos sometidos.
Decimos en el Padrenuestro: “No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal”. El mal y las tentaciones de las que pedimos al Padre que nos libre, son las que a cada momento nos acechan por la instigación y la envidia del maligno.
 ¿Es esto una hermosa fábula para niños de catequesis o para mentes poco desarrolladas?
Lo que vivimos a diario en nuestra sociedad, nos muestra la dura realidad de un vertiginoso proceso de luchas entre lo bueno y lo malo.
Pero a veces afirmar que lo bueno y lo malo depende de nosotros mismos, es pretender señalar como fuente del bien y de la verdad, el estrecho límite de nuestra opinión, muchas veces mezquino.
Es en el corazón del hombre y en el corazón de la sociedad donde se da esta lucha entre lo bueno y lo malo y de donde se seguirá la elevación o la degradación del hombre.
En esta lucha entre lo bueno y lo malo que nos afecta y alcanza a todos, “el Acusador” o Maligno, aunque no lo percibamos, busca destruir a la persona. Pero, igualmente, el “Cordero”, Jesucristo, por su Sangre, llega al corazón del hombre para curarlo y vigorizarlo.
Precisamente en esta lucha, es donde nos jugamos el destino de cada uno y de la sociedad.
San Miguel continúa recordándonos: “¿Quién como Dios”? Se quiere apartar a Dios de la vida de las personas, de las sociedades, de la familia, del corazón de los niños y los jóvenes. Se quiere excluir a Dios, pensando que de este modo somos más libres, más humanos, mas realizados, mas progresistas. Queremos sustituir a Dios por la ciencia y la razón, cuando ciertamente la fe y la razón se complementan. Pero si la ciencia avanza por la inteligencia, en sus distintos grados, es porque Dios ha puesto la inteligencia y la sabiduría en cada persona.
¡Fuera Dios¡.
Sin embargo, fuera del Señor, solo anida la desesperanza, la oscuridad, la sin razón, el abandono del hombres a las fuerzas de su destino, el mal y a sus diversas manifestaciones.
El ejemplo de esto lo tenemos los Padres somascos en la persona de nuestro Fundador, San Jerónimo Emiliani. Justamente hoy, día 27 de septiembre, recordamos el 504 aniversario de su liberación de la prisión, por intercesión de la Virgen María.
San Jerónimo en su juventud ansiaba el poder, el reconocimiento, la fama… y eso le llevó a abandonar su vida y su formación cristiana con la que su madre lo había educado. Al caer prisionero y estar encerrado en la prisión, recapacitó sobre su vida y se recordó de los consejos que su madre le había dado de pequeño. Entre esos consejos estaba el que cada vez que se viera en la necesidad, recurriera a la virgen María, que como Madre siempre estaría para interceder y velar por su bien.
Tras habérsele aparecido la Virgen en la prisión y liberarlo, da comienzo sobretodo  su liberación espiritual. Y es con el regreso a una vida de oración y de completo abandono en las manos de Dios, que encuentra la verdadera felicidad y la verdadera alegría.
Podría haberse hecho tranquilamente esta pregunta, San Jerónimo:
        “¿Quien como Dios?”
Es  Dios, Jesucristo quien venciendo al mal con el bien, abre el camino para vivir en plenitud.
Abrir el corazón al Señor por la fe es el comienzo de nuestra recuperación, del triunfo del Señor en nuestra vida
María bajo la advocación de Reina de los ángeles, es quien, por el poder que Jesús le dio a los pies de la cruz (“Mujer ahí tienes a tu hijo”) es la Mujer que aplastará la cabeza del Dragón…..
Con ellos, vamos venciendo al mal a fuerza de bien.
Que Santa María, la Virgen y San Miguel nos enseñen a vencer el mal a fuerza de bien, nos ayuden a desterrar  y a controlar el mal y de este modo poder vivir en la paz y el bienestar que Dios quiere para nosotros.
¡Qué así sea!










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