lunes, 26 de octubre de 2015

Delicadezas de enamorados




Llevé la Comunión una persona mayor que apenas sale de casa. Me avisó su hija, hace pocos días. Cuando llegué  encontré de pie a la  anciana, con una mantel blanco en la mesa de la sala de estar, y ella vestida de punta en blanco. Me recordó aquella película  de Mary Poppins. Estaba para una foto.


Pero lo interesante es que también vi a su hijo vestido de domingo, con traje y corbata, elegante y  amable. Se lo  hice ver a la madre y me contó que antes de llegar yo, estaba con el chándal pero que le hizo ponerse de esa manera,  porque iba a venir el Señor a su casa.

Me pareció una gran delicadeza con el Señor. Luego al despedirme del hijo lo felicité y se echó a llorar. Podíamos decir de tal palo, tal astilla.

En otra casa vivía otra señora, esta vive  sola,  aunque de vez en cuando tenía visitas. Ésta además de tener  bien arreglada la casa,  la perfumaba porque iba a venir al Señor, pero no ponía un perfume cualquiera sino el de más calidad que tenía.Además  nunca faltaban unas flores.

En otra ocasión tuve que coger un taxi y no hablaba con el taxista y le di la explicación de que llevaba la Comunión a un enfermo. Cuando me bajé del taxi y quise pagarle, me dijo que no era nada: Yo a Dios no le cobro, me dijo.
 Ya, por fin,  a muchos más,  familiares del enfermo,  he visto ponerse de rodillas mientras estaba el Señor sobre la mesa y seguian la ceremonia con devoción.

Son delicadezas de gente de fe y enamorada que quiere mostrarle su amor al Señor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario