jueves, 2 de enero de 2020

Díselo a mamá



Estaba celebrando una de las misas de fin de año y , en primera fila, había una familia de varios niños. Uno, el de esta historia, de unos 3 años,  no hacía más que  moverse. Parecía una lagartija. Se levantaba, se iba, volvía y…distraía a todos.


La madre que lo observaba atentamente sin perder de vista a los otros, llegó un momento que se cansó y con cierto genio lo cogió y lo sentó con decisión en su sitio; el niño se echó a llorar, pero pronto se le pasó y se quedó tranquilo en el sitio en que le puso la madre.

Celebrábamos la fiesta de María Madre de Dios y la Iglesia nos da ejemplo de cómo poner a María al principio de un año  que comienza. Es una llamada a que pongamos a María al principio de nuestras acciones sean importantes o no. Hay que contar con Ella. Decírselo a Mamá antes de nada,  por si tiene que enderezar nuestros pasos.

Al  ver la actitud de aquella madre que,  sin duda quería el bien de su hijo pequeño,  me vino también al pensamiento el pedir  a María que si  me ponía impertinente con lo que fuera, que me cogiera y me sentara en mi sitio, sin contemplaciones. Eso pedía  para mí y para los demás, y  creo que fue una petición buena,  que agradaría a Dios.

Todo vino por el comportamiento del  niño y de su madre. Si se lo hubiera dicho a mamá, se hubiese arreglado todo  mejor, pero aun así fue una buena lección.

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