lunes, 13 de mayo de 2013

Historia de Santiago (1)


Una peregrinación de tradición milenaria a la tumba del apóstol
Urna en donde se encuentran los restos de Santiago
Han sido muchos los peregrinos, creyentes o no, que han transitado por los caminos de Santiago. Y desde finales del siglo pasado ha habido un incremento espectacular, sobre todo en los años jubilares (que tienen lugar cuando la festividad jacobea coincide en domingo). Para todos, creyentes y no creyentes, peregrinar, salir de su tierra –geográfica e interior- hacia una meta, caminando lenta y como sin tiempo tasado, en contacto directo con la naturaleza, oyendo el sonido del agua, del viento o el canto de los pájaros o sencillamente el silencio; oliendo la tierra mojada o las mil plantas que crecen en montes, oteros y praderas; viendo la infinidad de formas y colores del paisaje; degustando los frutos de temporada recién cosechados y palpando tantas y tan diversas texturas de la naturaleza, se descubren nuevas sensaciones y emociones, se restablece una vinculación afectiva con la tierra y se trasciende hacia horizontes superiores. También hoy peregrinar puede ser una experiencia inolvidable.


La ciudad de Santiago de Compostela está situada en el Finisterre europeo. Y hasta allá llega el camino de peregrinación. ¿Con qué intención se lanza la idea de peregrinar y por qué prende en el pueblo con tanto éxito Santiago como meta de peregrinación? ¿Sobre qué restos históricos se fundamenta la certeza de que los restos del apóstol Santiago yacen en Compostela? ¿Por qué es precisamente entre 820/830 cuando comienza, en detrimento de Roma o Jerusalén?
Hay unos hechos históricamente probados a los se han adherido no pocos mitos y leyendas. No es este el lugar de profundizar en esta cuestión. Lo interesante es poder contemplar hoy la impresionante obra madurada al calor de creencias religiosas, mitos, leyendas, ilusiones e intereses políticos capaces de concitar la imaginación, creatividad y maestría de los mejores genios de sucesivas épocas. Ahí está ahora para nuestro disfrute y reflexión. Acaso no le falta para su culminación más que recreación e interpretación en nuestro interior.


Púlpito  de la catedral

En el origen, una tumba
Puesto que la tumba es el origen de la catedral y su peregrinación, empecemos por ahí, por la visita a la catedral.
Allá por el lejano 813, en territorio inconquistado por el islam, se produce un misterioso descubrimiento: un cementerio de origen romano, mantenido en sus funciones durante el período suevo y visigodo. Pero para entonces ya estaba abandonado, si bien no del todo desconocido. Está ubicado en un lugar de importante desnivel, cercano a un antiguo castro. Dato significativo, puesto que la construcción de la catedral va a suponer un esfuerzo añadido. Hubo que realizar un gran desmonte (¡de un terreno granítico y sin excavadoras!) en la cabecera del templo para hacer coincidir el emplazamiento del altar mayor con la tumba y elevar el nivel en los pies. Otro tanto sucede con las naves de crucería. Ha de subirse una buena escalinata para entrar al recinto por la puerta meridional (Platerías) y la misma solución para salir por la puerta norte (Azabachería)


Santa Salomé , madre de Santiago

El momento histórico del descubrimiento es igualmente sugerente para nuestra reflexión. Coincide con la etapa de despliegue esplendoroso del Califato de Córdoba que llegará hasta la muerte de Almanzor. No es de extrañar pues que los cristianos utilizasen los recursos más diversos para su defensa: desde amurallar el pequeño villorrio hasta atraer monjes benedictinos que se encargasen de vigorizar el cristianismo y echar a andar la conveniencia espiritual de peregrinar a lugar considerado sagrado desde la antigüedad, donde fue enterrado el apóstol fogoso y dispuesto a conquistar un lugar de honor a la derecha de Jesús en su reino celeste.
De principios del siglo XII, es tal la afluencia de peregrinos que se hace necesaria la construcción de un templo más amplio y acorde con la idea de victoria. Es la mejor recompensa y propaganda que puede hacerse en el momento. El nuevo templo es causa-efecto de los cuantiosos aportes de peregrinos, de burgueses (lo demuestra la existencia de la tumba de un banquero en la capilla axial del ábside, la más antigua), del clero y hasta de reyes. Para facilitar el peregrinaje, el monje benedictino Aymeric Picaud escribe la primera guía del peregrino, incluida en el Códice Calixtino. Además de consejos espirituales, incluye descripción detallada del camino, hospitales, hospederías, etc. Se trata sin duda de la primera guía turística.
Las investigaciones arqueológicas de mitad del siglo pasado han puesto al descubierto la existencia de varias tumbas en el subsuelo de la catedral, una de ellas de arcosolio, modelo de enterramiento de origen paleocristiano reservado para mártires.
Hubo dos basílicas anteriores a la actual. La segunda quedó arrasada, como toda la ciudad, en la razia de Almanzor de 997. La actual, la tercera, es muy superior en dimensiones, materiales constructivos y decoración a las anteriores.(continuará)

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