jueves, 27 de junio de 2013

Mis recuerdos de San Josemaría


Seminaristas, los monaguillos Victor y Maiki y D. José Luís
Ayer, día 26 de junio, se celebraba en la Catedral de Santiago una misa a San Josemaría Escrivá,  igual que en tantas ciudades del mundo. Presidía la celebración D. Ángel de las Heras, vicario Delegado del Opus Dei en Galicia.



D. Diego  en la sacristía
Asistieron a esta celebración un  buen puñado  de sacerdotes, seminaristas, monaguillos  llenos de curiosidad de la buena y un buen número de fieles, que llenaban las naves de la catedral, en piadoso recogimiento.

La homilía de D. Ángel versó sobre la santificación del trabajo, la oración por los  muchos que sufren por no encontrar trabajo y la necesidad de hacer apostolado.
Un aspecto de la Catedral
 Comentó las palabras del Génesis de  que hay que guardar y trabajar el jardín que Dios nos ha encomendado. Esa es la vocación originaria del hombre, comentó. Animó a rezar por los responsables de la vida pública para que faciliten el trabajo para todos.
Sabemos que somos hijos de Dios, decía, y por tanto tenemos un futuro luminoso aunque no sepamos los detalles. Yo soy hijo de Dios y por tanto mantengo un diálogo con el Señor, en cualquier circunstancia de mi vida.
Terminó comentando el Evangelio invitando a transmitir el atractivo de seguir a Dios de cerca, aunque tengamos que ir a contracorriente, como ha dicho a los jóvenes el papa Francisco.

El Botafumeiro se va a poner en marcha
Con este motivo recordé mis ya antiguos encuentros con Josemaría Escrivá. Primero en grandes tertulias, pero especialmente en unas pequeñas tertulias de sacerdotes que estábamos en parroquias en Roma que éramos sólo  unos 8 ó 10 y que nos recibía al menos dos veces al año,  aparte otros encuentros en alguna de las fiestas que se celebraban a lo largo del año.

Ahí, en esas tertulias de Roma de los años 60,  en el Colegio romano, centro mis recuerdos.
Los monaguillos siguen desde el púlpito la
evolución del Botafumeiro
En fechas cercanas a la Navidad recuerdo que mandó traer un Niño Jesús  que es copia de otro de Madrid; el que lo trajo,  me lo dio a mí,  que lo tuve en mis manos unos momentos. Todos estaban unidos a la oración del S. Josemaría en silencio y yo no sabía mucho que hacer con el Niño. De ello se dio cuenta S. Josemaría y se dirigió a mí y me dijo: Dale un beso, ladrón. Así lo hice y se lo pasé a todos los demás, que lo fueron besando.

En otra ocasión estuve a una película en donde estaba también el Padre, y en un descanso ya me iba a la parroquia y me acerqué a despedirme. Aproveché la ocasión para decirle que era de Finisterre. Me parecía que podía gustarle saber que yo era de ese pueblo.  Rápido me contestó, me parece  bien, pero no es el fin.

Hace poco me acordé de otra anécdota leyendo la historia de Jacob en la Biblia,  en que en un momento dado Dios le dice a Jacob: Abrázame. Parece como si Dios necesitara de ese abrazo.  Pues yo recuerdo que estando en un descanso informal, después de un festival,  en una salita en donde estaba el Padre, también en mis años de Roma,  me acerqué a saludarlo y al verme me dijo abrázame que hoy lo necesito. No desperdicié esa oportunidad de abrazarle que  me dio mucho que pensar sobre que tendría en su alma para pedirme ese abrazo.
D. Angel  

Hay otras muchas anécdotas, pero quiero terminar con una que me ayudó durante toda la vida y que conté muchas veces. Estábamos unos cuantos sacerdotes pendientes de lo que nos contaba, pues estaba muy sabedor de cómo iba la Iglesia y a muchos nos abría los ojos a la realidad. En una de esas , un sacerdote le preguntó cómo teníamos que tratar a las asociaciones.
los monaguillos dan a besar la reliquia.
 De todos es sabido que en  las parroquias hay distintas asociaciones que hay que atender y cuidar,  lo que a veces tiene sus problemas. Pues bien, S. Josemaría contestó: a cada una,  según su espíritu. Luego  le di muchas vueltas a esa respuesta de tanto sentido común y nunca tuve problemas con  ninguna asociación y pude atenderlas correctamente. Aun hoy es el día en que aplico constantemente ese principio pastoral.

Víctor M. Sánchez Lado
Párroco de S. Cayetano





1 comentario:

  1. Hará cuarenta y cuatro años que d. José María Escribá visitó la residencia del Opus, sita en la calle de Aoiz de Pamplona. Y la gente se arrodillaba a su paso para besarle la mano. Algo que a mí me parecía excesivo. Un día se lo comenté con alguien que pertenecía a la Obra y me dijo: "No me extraña que no le guste, a D. José María tampoco le gusta, pero les sigue la corriente a los que lo hacen para no defraudarles".

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