lunes, 10 de junio de 2013

Un noviazgo santo


La madre María Antonia , como es sabido por los lectores de este blog, fue casada y luego empujada por la fuerza de Dios, terminó siendo religiosa carmelita.
Ella cuenta como fue su noviazgo y su acercamiento al santo matrimonio. Desde luego,  de aquella no se habían inventado los cursillos prematrimoniales,  ni  cosa que se le pareciera.  Su actitud ante el matrimonio, puede servir de orientación a los que quieren tomar este estado que, en realidad , es una vocación tan divina como el mismo sacerdocio.
Iglesia de Cuntis en donde fue bautizada


Lo primero que hizo,  cuando su madre le empezó a insinuar la posibilidad de un noviazgo, fue hacer una confesión general con ánimo de saber lo que le convendría para el servicio de Dios. Esa confesión, según cuenta ella, le dio grandes deseos de encomendarse a S. José pidiendo luz para determinar lo que le convendría para mayor bien de su alma. Dice María Antonia que lo que sacó de sus peticiones fue inclinación al estado de santo matrimonio, aunque no mucho, pero más que a ser religiosa.
En ese tiempo un sujeto pidió a su madre para casarse con ella. No pedía dote, pues tenía él bastantes medios. Pero resulta que a ella le apetecía que fuera pobre por lo que descartó a dicha persona a pesar de la insistencia de la madre.
Ella misma confiesa que su genio era tan extravagante que no podía pensar en bienes temporales y que no deseaba vivir con ellos ni con persona que tuviera muchas riquezas, por parecerle más conforme a Dios ser pobres que ricos. A ese primer pretendiente por una casualidad, luego,  le ayudó a hacer oración mental y terminó siendo muy santo.
Retablo de la Iglesia de Cuntis
Surgieron otros pretendientes que también fueron descartados, pero uno le gustó más pues no tenía bienes y estaba criado cristianamente y sentía  inclinación hacia él.
Tuvo de todos modos sus dudas, pero se encomendó a S. José pidiendo le diera luz de si le convenía desposarse con aquel pretendiente, y si no, que apartase de ella aquella inclinación de tomar estado.
También decidió que la boda sería en la fiesta de S. José y si no era así no tomaría tal estado. Tenía un particular amor al Santo Patriarca que  “cosas de peso siempre se las encomendaba”.

De esta forma se preparó para el matrimonio, sacramento grande, como le llama San Pablo, en el que vivió santamente.

1 comentario:

  1. Mi mujer y yo sólo llevamos cuarenta años casados. Y sin pretender ser ejemplo de nada, de una cosa estoy seguro: "Casamiento y mortaja del cielo baja", viejo refrán castellano.

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