lunes, 23 de marzo de 2015

Alma que anda en amor, ni cansa y ni se cansa.



Este es un bello dicho de S. Juan de la Cruz que nos  puede ayudar y, por eso, me gustaría comentarlo. Todos podemos tratar de descubrir lo que se encierra en él. Y, con permiso del santo, voy a dar mi punto de vista aunque  haya sido comentado por otros.

Pregunté sobre esta materia  a un amigo, ya mayor,  y por tanto con la sabiduría de los años,  y me dijo que andar en amor era andar con Dios. Naturalmente Dios es amor, nos hizo por amor y para amar y sólo así nos realizamos. Por tanto hay que intentar abrir las puertas a Dios para que esté presente en nuestra vida, dejarle sitio, consultarle cosas y contar con Él. Así andaremos en amor.

La expresión “andar”, indica movimiento, progreso, quizá riesgo. Esa es una actitud de relación con Dios y con el mundo que nos rodea, y, dentro de ese mundo, con el ser humano, misterioso y maravilloso.

 Es un interés por todo. Pero ¿cómo conseguirlo? 

 Hay quien dice que querer a ciertas personas es difícil pues por falta de virtudes humanas no nos sentimos inclinados a quererlas. Pienso en los profesores que tienen alumnos que hablan en clase o que no escuchan, son difíciles de soportar y animan poco a quererles.

Hay  que decir que  este amor universal es un don de Dios, que nosotros hemos de pedir y cultivar. A mí me gusta dirigirme a Jesús, María, o  a José e incluso a la Magdalena pidiéndole a cada uno  - voy cambiando -, dame un corazón como el tuyo. Hay que pedir lo que no hemos alcanzado y luego soplar ese fuego para que crezca. Ezequiel dice, de parte de Dios: os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo. Ez. 36, 24. Eso es lo que necesitamos superando el corazón de piedra y de pecado.

El amor no cansa
En una ocasión, le decía a una persona muy popular incluso entre niños y jóvenes,  que quería a mucha gente. Me contestó: si, pero a mí también me gusta que me quieran. A todos nos pasa lo mismo.

 El ser amado no cansa, con tal que busquen nuestro verdadero bien y que nos den comida de hijos de Dios. Es  ese alimento que enriquece, del que habló Jesús. P.e. a la samaritana le habla del agua que el que la beba no volverá a tener sed. Se refería al Espíritu Santo. Y en Cafarnaún habla del pan de vida que el que lo coma tiene vida eterna, se refería a la Eucaristía. También es comida para dar a un hijo de Dios la Palabra. Dijo Jesús, No sólo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Qué grande es dar una palabra a nuestros amigos y como mejoran sus vidas ¡!.
En cambio no hemos de dar comida de cerdos, como la que buscó el Hijo Pródigo, en aquel lugar lejano. Lejano del Padre.

El  que anda en amor no se cansa

No se cansa porque el amor da alas. Conocí a un joven que le costaba mucho ir a Misa el Domingo, eso que estaba cerca de la iglesia. Un día se lo dije y me puso mil disculpas por su trabajo, su cansancio etc. Después  me enteré que se había echado novia en una ciudad a más de 60 quilómetros de distancia, pero, como la amaba, no tenía  inconveniente en levantarse muy temprano e ir a verla todos los domingos. El amor hace esos milagros. El amor no pone pegas,  resuelve problemas y es activo.

He visto a muchos compañeros sacerdotes que les van añadiendo más y más trabajo por la escasez de sacerdotes y, como lo hacen con amor, lo aceptan y,  aunque al final del día queden cansados, no se cansan.

En países de África muchos católicos tienen grandes distancias para poder oír Misa el domingo y estar con la comunidad, y no protestan sino que van contentísimos  a pesar del madrugón y de tener que ir a pie tan largo trecho. Lo hacen porque aman a Dios y a la comunidad.

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