martes, 29 de enero de 2013

Un relato sorprendente


De cómo es necesario comulgar estando en gracia de Dios por la confesión

Este relato no es para personas de ánimo encogido, y está tomado de la autobiografía de la Carmelita M. María Antonia de Jesús (1700-1760) de la que ya hablé en este blog.

La M María Antonia era agraciada por Dios de visiones generalmente intelectuales y también imaginativas que ella explica con detalle en su autobiografía escrita en obediencia a sus confesores.

Pues bien, cuenta que en  una ocasión vio dos perros sucios y feísimos que estaban en la santa Misa y seguían perfectamente las ceremonias, las composturas y respuestas de la liturgia. Estos perros, cuando llega el momento de comulgar, ellos también toman el Cuerpo de Cristo. Ve la M. María Antonia a Jesús, que con una cara muy triste entra en ellos y luego ve a  los perros que vuelven de comulgar mucho más feos y horrorosos.
Lámina de la Eucaristía. En la parte superiror
 aparece el demonio
que lleva encadenada a un alma que se acerca
 a comulgar en
pecado mortal.

Se quedó muy pensativa durante días, discurriendo que podría significar aquella visión. Pasaron unos días y tuvo una visita de una joven que en la conversación le hace una confidencia de cómo había pecado con dos personas que iban a la Misa y comulgaban.

La venerable entendió que aquello que le contaba la joven,  era el significado del sueño o visión interior que había tenido pocos días ha.  Dos personas se acercan a comulgar sin previo perdón por la confesión.

Comentario:
Me parece una visión fuerte, pero realista, de cómo no se debe comulgar estando en pecado.
Siendo  Dios   tan misericordioso ¿por qué no se confesaron antes de comulgar y así recibirían el perdón y podrían comulgar con gozo y  en amistad con nuestro Señor?
Dios goza perdonando; ciertamente es mejor no pecar, pero si pecamos vayamos como niños de 4 años – con sencillez y humildad - a nuestro Padre Dios, presente en el confesor, reconociendo el pecado y aceptando el perdón.
Ya dice san Pablo que antes de acercarse a este sacramento que cada uno se examine a si mismo y luego proceda a lo que debe hacer.

2 comentarios:

  1. De niño tenía una memoria muy buena, que ya la quisiera tener hoy. Aunque no puedo quejarme, gracias a Dios. Pero el tener buena memoría me creaba más de un problema. Después de confesarme me acorda de que había dejado pecadillos olvidados con los que aburría al cura en la próxima confesión. Y un día me dijo: "No te preocupes por los pecados no confesados, si ha sido de buen afe Dios te perdona igualmente.
    Pero yo insistía en recordarlos y no dejar ni uno sin confesar. Otra cosa que me ocurría era que dudaba de si era digno de comulgar con mis muchos defectos. Uno de ellos es que apenas estudiaba aunque sacaba buenas notas.
    Supongo que es un misterio que no está alcance del entendimiento humano. Pero cómo es posible que todo un Dios se preste a ser comulgado por alguien como yo. Es algo que no entiendo y por lo que doy infinitas gracias a Dios.

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  2. El problema del cristianismo de hoy día es no aceptar al hombre tal cual es. Si Jesucristo hubiera hecho acepción de personas ninguno de los apósteles hubiera sido discípulo de Jesús.
    Los curas de hoy no pueden transmitir el evangelio desde un plano de igualdad y se retrotraen sobre sí mismos añorando ser el ombligo del mundo. Cuando el obligo del mundo no es ningún hombre, sólo Dios es el centro sobre el cual gira el universo.
    Quién es mejor que quién, sólo Dios lo sabe. El hombre ha de conformarse con ser honesto, honrrado y cabal.

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