domingo, 15 de septiembre de 2013

Hay algo que no va


Esta expresión se la he oído a varias personas: Aquí hay algo que no marcha, algo que no va. Por ejemplo cuando entras en la sala de estar de una casa, de golpe,  ves que es acogedora, te encuentras a gusto. Pero otras veces parece que te echa y no sabes por qué,  es entonces cuando dices aquí algo no marcha. Pero eso mismo pasa con los escaparates de los comercios o con las iglesias e incluso con las personas.

Todo este prólogo es para decir dos preocupaciones mías que se materializan en dos preguntas:

Primera: ¿por qué despiertan tan poco interés las charlas, las conferencias o los retiros espirituales, entre la gran mayoría de los cristianos? Con frecuencia en las parroquias o las diócesis hay actividades que me parecen interesantes, de buenos profesores, de gente preparada, pero pocos asisten a oírles. Podría poner bastantes  ejemplos. ¿Qué es lo que no va?
una conferencia en Madrid

Otra pregunta: ¿por qué no se asocian más los fieles en cofradías o asociaciones?

 Hay asociaciones para todos los gustos, muy variadas en sus actividades y, el asociarse, hasta lo recomendó el concilio Vaticano II a los mismos sacerdotes.

 Hay necesidad de estar en asociaciones que nos ayuden espiritualmente. Pero la gente no se asocia. Salvo algunos que están incluso en varias asociaciones, la gran mayoría pasa olímpicamente. También  en esto hay algo que no marcha, que no va.

Por más que le doy vueltas, no consigo encontrar una respuesta convincente a estas preguntas y desde luego me gustaría poner remedio a esta situación.
Una conferencia en San Miguel dos Agros

 Ya sé que hay curas que llegan a tener grupos de gente asociada y que llenan de feligreses  las  charlas que organizan. Pero  creo que es porque tienen un carisma especial. Conocí  a alguno. Pero pienso en lo común de lo que hay, entre los que me encuentro,  y  que nos quedamos pensativos sin saber a qué atenernos. Sin saber qué es lo que no marcha, para poder corregirlo.

Ya Delibes en su magnífico libro El camino comenta del cura del pueblo, D. José “que era un santo”, que en sus homilías procuraba ser persuasivo, hablaba con claridad y en concreto…pero a los hombres del valle “la misa les parecía bien, pero al sermón le ponían mala cara y fruncían el ceño”. Y en relación con el asociacionismo constata que la gente del valle era obstinadamente individualista, sólo se preocupaba de si misma…

Alguien me ha dicho  que  hay también  un fenómeno que puede tener algo que ver:
 muchos no tienen experiencia de Dios, no experimentaron su perdón, su misericordia, su cercanía y consuelo, el valor de la oración etc y,  entonces,  toda su vida es rutina, no les interesa mejorar,  hasta que llega un momento en que se cansan y lo dejan.

A otra persona que le comenté estas mis preocupaciones me dijo que a la gente hay que decirle lo que necesita, lo que pregunta, responder a sus interrogantes , si le das otra cosa no le interesa.
En fin,  ahí quedan mis preguntas y preocupaciones.



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