En un tanatorio donde se velaba una persona amiga, me
encontré con un padre Pasionista. Mayor. En seguida me entendí con él y me hice
amigo.
Después de charlar de muchas
cosas, le pregunté cuál era el carisma de los pasionistas. Me dijo escuetamente
que era la pasión del Señor. Que ahí
estaba todo. No me dijo mucho más, pero luego estuve pensando o
“barrenando” en esa afirmación.
Pensé que también en mi cruz, está todo, toda mi vida. La cruz de Jesús es señal de su inmenso amor,
del amor del Padre y es una explicación del pecado, de su gravedad. Es también
una señal de la importancia del hombre y de la salvación…todo está ahí, en la
Cruz de Jesús. También mi cruz tiene
mucho más alcance de lo que a primera vista aparece. Está en ella todo lo que
yo soy, lo que valoro...
como en la de Jesús.
Conocía a una mujer mayor a la que ya le dolía todo. Cuando
le preguntaba qué tal estaba si tenía mucho dolor, en varias ocasiones me
contestó: me duele todo, gracias a Dios.
Entonces yo la invitaba a sacar almas del purgatorio o a lograr conversiones.
Me decía que ya procuraba hacerlo y así también su cruz tenía sentido.
El Papa Francisco habla bastante de la Cruz y afirma que
“sin la cruz, la cosa no va”. No puede
pensarse en la salvación sin la cruz.
S. Pablo de la Cruz fundador de los pasionistas |
La cruz es como una escalera que une la tierra con el Cielo
y es el camino para llegar. El mismo Pablo dice: me alegro de sufrir por vosotros. En el por vosotros, está la
alegría y el sentido de la Cruz.
En aquel mismo tanatorio me contaban, del difunto amigo, que había tenido mucho
dolor aunque le daban calmantes fuertes. Eso le llevaba a una oración: Señor sufro mucho, ayúdame a llevar esta
cruz, que yo no puedo. Es un caso de cruz compartida como el Cireneo y Jesús
Hace años estuve con varios sacerdotes en Fátima (Portugal)
y pudimos hablar con el Sr. Obispo que
era en aquel entonces D. Alberto Cosme do
Amaral. Nos contó una anécdota que tiene
que ver con el dolor y la cruz. Iba por la explanada de la Basílica un joven
haciendo un recorrido hasta la capeliña, de rodillas y sangrando. Esa es una
costumbre que aún sigue hoy en día. Un
sacerdote le vio y le dijo que Dios no pedía tanto. Aquel joven miró al sacerdote
y le dijo: para lo que yo merezco, esto no es nada, y siguió su camino. En
este caso la cruz tiene un sentido de reparación que también es necesario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario