Hay un colaborador de la
parroquia que pone mucho entusiasmo y alegría en las cosas que se le
encomiendan. Lleva así bastante tiempo.
Un día le dije que iba a recompensarle por la labor que hacía
a favor de la parroquia, pues yo estaba obligado a ser agradecido. Me miró con
mucha atención y, como quien lo tenía bien pensado, me dijo: Así me vacía las maletas. Se refería al
dicho popular de que para morirse hay que tener las maletas - del alma -preparadas.
Quería llevar las maletas llenas de obras buenas y, si yo le recompensaba, se las vaciaba, al
menos, en parte.
Me pasó algo parecido con otro colaborador que me había
ayudado mucho y quería recompensarlo un
poco con algún regalo en la Navidad. Me dio una respuesta parecida: si me paga me desvirtúa lo que hago. Es decir, lo que tiene de
virtuoso, lo pierdo.
Desde luego la gloria humana no vale la pena, pronto
desaparece, y comprendo que mi colaborador y amigo, no quisiera el regalo, aunque fuese una
muestra de agradecimiento.
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