Después de haber estado un poco más de mes y medio en
Almería al sur de España, en un clima
cálido del mediterráneo, me pareció buena idea venir a Compostela. Realmente
fue un cambio drástico pues me encontré con una ciudad muy fresca y con mucho
verde. Mi nombre es Jorge y al igual que muchos otros seminaristas que han
escrito para el blog de don Víctor, párroco de San Cayetano, vivo en el
seminario internacional Bidasoa, que se encuentra en Pamplona, pero en este
momento me encuentro haciendo pastoral en esta parroquia.
Realmente Santiago de Compostela es un lugar increíble; al
caminar por sus callejuelas llenas de historia es una experiencia para recordar
toda la vida. No hay que olvidar su catedral y sobre todo, la tumba del
apóstol. Sin duda cualquier persona que venga de visita ya sea en algún medio
de transporte o haciendo el camino de Santiago tendrá la oportunidad, si
dispone el corazón, de tener un encuentro con Dios. La gente del lugar es
pacífica y siempre dispuesta a atender a los peregrinos que necesitan
orientación para llegar a un albergue.
Otra de las experiencias que más recordare es la de los días
lunes, cuando por las tardes junto a don Víctor y otros feligreses nos
dirigíamos hacia la catedral para atender a los peregrinos después de la misa
de la tarde. Allí se realizaba una vigilia que duraba alrededor de 45 minutos y
donde los peregrinos podían expresar los motivos por los cuales habían hecho el
camino.
Fue interesante conocer la experiencia de cada uno de ellos. Algunos
decían que habían encontrado a Dios en la naturaleza; otros, que habían tenido
mucho tiempo para meditar sobre sus vidas, pero lo que me gustaría resaltar es
las peticiones de muchos padres, que hacían el camino, por la conversión de sus
hijos. Espero que el apóstol Santiago interceda ante nuestro Señor Jesucristo
para que se cumplan las intenciones de los peregrinos.
Así es como me despido de esta linda ciudad y de la parroquia
de San Cayetano, sin olvidar a su santo párroco don Víctor, muy interesado por
entusiasmar a sus feligreses en el amor a Dios y con una caridad grande con los
pobres que visitaban la parroquia. Que Dios lo bendiga don Víctor y gracias por
todo.
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