lunes, 19 de agosto de 2013

UNA NUEVA ENCÍCLICA: LA LUZ DE LA FE

Os presento una reflexión,  sobre  un punto de la reciente  encíclica del Papa Francisco,  hecha  por un colaborador de la parroquia. Hay otros muchos aspectos que hay que explorar, pero este nos puede servir para excitar nuestro apetito de leerla.
                
                La publicación de la Carta encíclica  " Lumen  Fidei "   se convierte en la primera encíclica del Papa Francisco. Este documento es de una densidad y finura teológica admirables, y sobre los temas tratados en él, existen bibliotecas enteras al respecto  pero este artículo pretende centrarse en un aspecto muy concreto que invite a la reflexión y posteriormente a la oración.

             El Santo Padre en las primeras líneas de su encíclica  plantea la cuestión de si la fe cristiana es  percibida como  una luz ilusoria por nuestras sociedades actuales, como una traba  que impide al hombre explorar con su razón el futuro de una nueva forma , tal como alegaron algunos pensadores modernos entre ellos Nietzsche, citado por el mismo Papa.   Para estos pensadores la fe cristiana se oponía al progreso de la ciencia, a la libertad de la investigación y en  general  a una sociedad libre. La fe en la ciencia era incompatible con la fe en  Dios, que era oscurantista  e infantil. 
Nietzsche


            Efectivamente en el siglo XIX el filósofo alemán Nietzsche anunció pomposamente en una de sus obras que Dios había muerto. Para él, era necesario que Dios muriera para que viviera el hombre. Dios era  el obstáculo para que el hombre se desarrollara plenamente.
             Y bien, yo me pregunto un poco irónicamente, después de esa " supuesta " muerte del Dios cristiano,  ¿Ha creado el hombre ese idílico mundo donde todo es perfecto?  La verdad es que no.  Prueba de ello es la cruenta historia del siglo XX. A los hechos históricos me remito.
             En ese siglo se produjeron dos guerras mundiales  donde se produjeron  las mayores atrocidades  de la Historia humana: Europa devastada, el holocausto judío, las  bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, la matanza a sangre fría de miles de oficiales polacos en las fosas de Katyn. Pero la cadena de atrocidades no terminó aquí.  Después de la segunda guerra mundial, vino la guerra fría, donde los dos bloques enfrentados se vieron envueltos en una absurda carrera frenética por aumentar su armamento  nuclear, que podía haber terminado en una hecatombe sin precedentes, exterminando toda forma de vida sobre la superficie del planeta. A finales del siglo que debía ser paradisiaco, en África millones de seres humanos morían literalmente de hambre y de otras enfermedades, y  se produjo el genocidio en Ruanda donde dos tribus enfrentadas los hutus y los tutsis se enzarzaron en una horripilante orgía de sangre y odio.
            El siglo XXI también ha comenzado con fuertes incertidumbres, los atentados terroristas a las Torres gemelas, la fuerte crisis económica que padecen muchos países de la Unión Europea.



            Para los humanismos ateos, la fe cristiana, acusada de oscurantista e irracional, impedía   avanzar al hombre hacia el futuro ejercitando su razón autónoma ¿ Pero qué futuro crearon ellos? ¿Acaso las cámaras de gas de Auswitch y los gulags soviéticos en Siberia se pueden considerar " la tierra prometida"  propugnada por Nietzsche y otros " humanismos" ateos? Y pongo entre comillas humanismos porque más bien habría que denominarlos bestialismos o mejor dicho ideologías capaces de mutar al hombre en bestia.   Realmente  ¿Es eso un futuro mejor? ¿ Eso era el nuevo edén ? Si era necesario borrar a Cristo para que el hombre viviera, y tuviera vida en abundancia, el efecto ha sido paradójico porque nunca ha habido tantos millones de muertos producidos por las guerras  como en el siglo XX.  En realidad, como dice el Santo Padre en su encíclica " Cuando el hombre  piensa que, alejándose de Dios, se encontrará a sí mismo, su existencia fracasa."         
            Nietzsche por boca de Zarathustra  predicaba el superhombre. Para él, "el hombre es una cuerda tendida entre la bestia y el superhombre: una cuerda sobre un abismo.".
             Pero el hombre de Nietzche en su afán de convertirse en superhombre más allá del bien y del mal, termina perdiendo el equilibrio, cae de la débil cuerda en la que se encuentra suspendido, se precipita a un abismo tenebroso, arrastrando en muchas ocasiones a naciones y  pueblos hacia un pozo sin fondo. La historia contemporánea es testigo fidedigno de esta cruda realidad.
            Los cristianos, no necesitamos este superhombre que puede convertirse y de hecho se convirtió en super-monstruo sediento de poder y de codicia en múltiples acontecimientos del siglo pasado. Los cristianos   tenemos en Cristo el modelo a seguir y es más a un Cristo resucitado con la plena  garantía de que  si Él ha resucitado nosotros resucitaremos con Él. Por eso el Papa Francisco afirma con certeza  apoyado en la sagradas escrituras " En cuanto resucitado, Cristo es testigo fiable, digno de fe (cf  Ap 1,5;  Heb 2,17)  , apoyo sólido para nuestra fe."  Sólo en la resurrección, el hombre encuentra colmadas todos sus anhelos más íntimos de eternidad, sabiduría y justicia plena.    

            Por consiguiente el Romano Pontífice urge a recuperar el carácter luminoso propio de la fe en Cristo, pues " cuando su llama se apaga, todas las otras luces acaban languideciendo." Realmente es la fe, don sobrenatural que recibimos de Dios, la única luz potente que es capaz de iluminar toda nuestra existencia humana.   
             Ramón Sánchez Castillo

            Abogado

No hay comentarios:

Publicar un comentario