lunes, 26 de agosto de 2013

Salid a la periferia


Hace tiempo que el Papa francisco nos está diciendo que salgamos de las iglesias y vayamos a la periferia,  al encuentro de los que no creen. Pues  siguiendo ese deseo,  di un paseo pastoral por la parroquia,  acompañado en esta ocasión por un seminarista, Jorge,  y me encontré con un hombre que piensa. Estaba sentado  en un banco de cemento, con bastón para apoyarse y tomando plácidamente el sol.
Nos acercamos a  él y empezamos a hablar y pronto salió que no creía en Dios. Me alegré de que fuera sincero y me lo dijera. Me dije para mí: aquí tienes la ocasión que buscabas. Otros no creen en Dios, pero no lo dicen o dicen algo tan genérico como que “algo hay”, pero de ahí no pasan.

Uno de tantos barrios de la ciudades

 La conversación fue amable e interesante defendiendo cada uno su propia filosofía de la vida, con sinceridad. Nos contó que había sido creyente hasta los 30 años, pero luego se pasó al ateísmo. El seminarista le preguntó a qué se debió  su cambio. Y contestó que por los curas y por los que se dicen cristianos pero después no cumplen.

Hacernos un planteamiento básico
Su conversación me hizo pensar también a mí,   pues hay que hacer de nuevo el planteamiento básico de la existencia de Dios.
 El Papa Profesor, Benedicto XVI, decía que la fe es muy sencilla: Dios existe y se ha acercado a  nosotros en Jesucristo. También creo recordar que decía que la fe no trae problemas, sino que los soluciona.
 También el gran San Pablo decía que lo primero que le habían enseñado cuando llegó a la fe, es que  Cristo murió por nuestros pecados, que resucitó y que está a la derecha del Padre. Estos son planteamientos básicos. Si crees  todo  esto,  tu vida cambia,  pues ya te apetece acercarte  a Jesús y escucharle, y pedirle perdón y ayuda.
 Conocí a una persona culta que, sabiendo estas cosas,  a la hora de su muerte, se acercó con confianza a Jesús y  murió diciendo:  Señor axúdame, Señor perdoame. Saludable  manera de enfrentarse con el más allá.

Nos apoyamos en Jesucristo,  en quien confiamos
Jesucristo o Cristo, que es igual, es un personaje histórico; cualquier libro serio de historia habla de su existencia y de sus seguidores,  muchos de los cuales dieron la vida por la fe en El, porque  creían en él y en lo que él decía sobre Dios y su amor.

Como llegó la fe o la confianza en Cristo a nosotros
 La fe se nos transmitió gracias a  una cadena de papas que dirigieron la Iglesia por Él fundada. (Podéis ver sus retratos en la iglesia de San Pablo extramuros en Roma), y gracias a las   generaciones de padres desde el siglo primero, que serán unas cuarenta parejas y que  caben dentro de una iglesia pequeña como la nuestra, que se preocuparon de transmitir lo que habían recibido.
 A través de ellos- sacerdotes y padres- ,  nos llegaron  la vida y las  enseñanzas de Jesús.

Buscar la verdad
 Finalmente la fe hay que buscarla con valentía y humildad, es un don que Dios da gratuitamente a quien lo  busca y lo pide, y viene cuando le   escuchamos. A  Dios no le vemos,  pero le escuchamos.  Y es un tesoro que hay que guardar cuidadosamente y aumentarlo (también escuchando a Dios),  sin tener miedo a comprometernos con la verdad.

Víctor Manuel Sánchez Lado

Párroco

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