viernes, 15 de diciembre de 2017

Aventuras de la hormiga Pireta.




Había una hormiga llamada por sus colegas Pireta, pues era  un poco presumida y hacía reír a todas contando sus aventuras, era una pizpireta. Y de ahí le quedó  Pireta.

A veces salía sola, pero lo normal era que se pusiera de acuerdo con otra atrevida como ella  y organizaba sus escapadas,  generalmente  inocentes. El pecado original les había afectado, pero no mucho.

De sus escapadas siempre salía indemne. Quizá tenía un ángel que luego la conducía junto a su familia, las demás hormigas.

No tenía fama de trabajadora como otras hormigas, pues nunca se le vio  cargada de alimentos como las otras. Ella andaba a lo suyo, las aventuras le encantaban. En las tertulias con las demás hormigas las dejaba boquiabiertas cuando contaba las piruetas que  hacía y los saltos mortales. Era increíble.
Un día vio mucho movimiento de ovejas, pastores, camellos que iban a una cueva y le entró la curiosidad.

Quiso saber lo que pasaba y también entró en la cueva. Allí  estaba una guapa señora, un señor con barbas que estaba pendiente de todo y un guapísimo Niño.

Tomó una opción fundamental, quería ver al Niño de cerca. Se fue encaramando como era su costumbre cuando subía a árboles altos y llegó a un pesebre lindamente  adornado con  paja y hierbas olorosas y el Niño  estaba muy envueltito en pañales, desde los pies hasta la naricita. Se le veían  un poco los pies y la naricita y los ojitos.

La hormiga se  acercó a los pies, mirando de reojo a la guapa Señora, pensaba que como era tan pequeña le parecía que no iba a ser vista. Pero no fue así;  la Señora la vio llegar hasta un dedito del niño Jesús,  que ese era su dulce nombre.

Cuando se puso encima del dedo, notó su calorcito y la gran suavidad de la piel. No era como el terreno que ella pisaba en tantas ocasiones. El  Niño   sintió que le hacía cosquillas y, aunque estaba dormido, hizo un movimiento automático, sin despertar,  pero que atrajo más  la atención de la Guapa Señora.

La hormiga  se vio perdida pero pensó que no podía pasarle nada en medio de gente tan buena. Además ella estaba  diseñada por aquel Niño tan especial y no podrían destruir su obra de arte. Y así fue. La Señora la cogió con cariño la contempló sobre la palma de su mano,  en donde ella estaba  quietecita, y la fue a poner en el suelo hacía su hormiguero.

Que emoción. Estaba deseando llegar a su hormiguero y contarlo todo. Lo primero fue junto a la reina que le preguntó toda clase de detalles y luego hubo asamblea general y ,  en gran silencio, escucharon su atrevida aventura que tuvo un final feliz.

Luego todas querían  también ir al Portal,  y comprobar de visu lo que allí ocurría pues parecía ser tan importante. Pero las hormigas porteras y las hormigas guardia civil impusieron la cordura y se contentaron con el hermoso relato, pero esperarían alguna oportunidad para saber más cosas, pues aquel Niño y sus padres eran verdaderamente un encanto y valía la pena saber algo más de su vida y sus planes. Esperaban las hormigas que ellas también iban a ser beneficiadas por  la bondad  de aquel Niño.

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