martes, 26 de diciembre de 2017

Faltan tenores




Tengo un amigo que durante un tiempo repetía: faltan tenores; como si dijese, faltan santos. En otra época repetía a tiempo y destiempo: vuelve el bonete. Era una broma,  porque quien quiera puede usar el bonete, aunque, la verdad,  es que está en desuso casi total.

Ahora,  tal vez habría que decir (gritar): faltan seminaristas.

Acabo de recibir la noticia del fallecimiento de varios sacerdotes en estas semanas. Se fueron a pasar la Navidad en directo, en el Cielo. Son D. Manuel  Silveiro Figueroa, D. Juan  Santos Santorum de quien publiqué una modesta reseña con foto, y ayer falleció D. Celestino López Calvo, párroco emérito de Iria Flavia.  Allí le vi en una ocasión predicando en un funeral.

Está claro que se necesitan seminaristas. Quizá hay que abordar a los jóvenes   con inquietudes  de hacer algo grande con su vida, y proponerles la dedicación al sacerdocio.

 Es una vocación que Dios da, pero hay que ayudar a descubrirla  como lo que es, una entrega a unos planes de Dios en servicio de las comunidades cristianas y, después, de  todos los demás.

Conviene mirar a los jóvenes desde la oración y con esta perspectiva verles como  posibles candidatos. Las parroquias los  necesitan y los quieren.

Pienso que sería bueno llevarles , como ya hacen algunos, a las ordenaciones y también al  velatorio de  un sacerdote. Esto les puede ayudar a discernir.

Termino con unas palabras de Benedicto XVI:
Queridos hermanos y hermanas consagrados, os agradezco vuestro testimonio y os aliento: mirad al futuro con confianza, contando con la fidelidad de Dios, que no nos faltará nunca, y el poder de su gracia, capaz de realizar siempre nuevas maravillas, también en nosotros y con nosotros.

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