sábado, 9 de diciembre de 2017

Cuéntame tu preocupación





Tengo un amigo que estaba pasando una fuerte tribulación. Un amigo suyo sabe algo y le dice: cuéntame tu tribulación que quiero sufrir contigo.

 Quizá pensaba que tal vez no podría ayudarle de otra manera. Y se ofreció a compartir su sufrimiento. No sé lo que luego pasó.

Esta actitud me ayudó a comprender el dolor de María al pie de la Cruz. No podía hacer nada, pero podía compartir aquel sufrimiento de su Hijo. A Jesús le habrá servido de bálsamo reconfortante para sus heridas,  sobre todo morales. Ya no estaba solo y abandonado de todos. Su  Madre estaba allí y le quería.

Eso mismo desean las almas santas. Quieren sufrir con Cristo, pues ese sufrimiento es una forma eminente de amor que restaña las heridas del amado.

También con los alejados nos podemos unir en el dolor y les hará bien nuestra comprensión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario